Pensando sobre mi post anterior,
que trataba sobre unos sencillos pasos para reducir la ansiedad producto
del estresante momento de afrontar un examen, me he decidido aquí por ampliar
el consejo número siete, ya que me ha parecido interesante comentar como han
evolucionado a través del tiempo la farmacología para el tratamiento de la
ansiedad. Sin más dilación aquí os dejo el artículo… Espero que os sirva de aclaración.
En la actualidad, el nivel de
vida presente en la sociedad, se traduce en modos de vida tremendamente
dinámicos y de cambios constantes. Las personas tienen que adaptarse de forma
continuada y rápida a las exigencias del medio que presenta la forma de vida
actual.
En determinados momentos, este
continuado nivel de exigencia, puede ocasionar que lleguemos a experimentar
tensión y miedo por los acontecimientos futuros, llegándonos a producir estados
emocionales adversos.
Estos estados emocionales con un
fuerte componente negativo, mantenidos en el tiempo, pueden llegar a
producirnos trastornos relacionados con los nervios, la ansiedad y el estrés.
Es por eso que en este artículo
vamos a repasar los principales tipos de ansiolíticos, o medicamentos
destinados a tratar la ansiedad. Principalmente, este tipo de fármacos ejercen
una acción depresora sobre el sistema nervioso, con la finalidad de reducir los
niveles de activación. Aunque en los últimos tiempos, también se están pautando
medicamentos cuya finalidad es ejercer control sobre la serotonina, llevándose
a utilizar antidepresivos como los ISRS.
Sin más dilación, vamos a hacer
un recorrido por algunos de estos ansiolíticos, usados en el pasado y en la
actualidad. Será un repaso por grupos y de forma breve, ya que tratarlos
específicamente nos llevaría muchísimo tiempo.
1.Barbitúricos.
Anteriores a la llegada de los
benzodiacepinas, son derivados del ácido barbitúrico, con un gran poder de
sedación, actúan impidiendo el flujo de sodio a las neuronas. Su uso se
prolongó hasta los años setenta. Comportan un alto riesgo de adicción y de
sobredosis mortal.
2. Meprobamato.
Actúan sobre diversas partes del
sistema nervioso. Prescrito además de para el tratamiento de la ansiedad, para
las migrañas, abstinencia alcohólica, espasmos o insomnio. Ya no se
comercializa debido a que sus efectos negativos superaban a los beneficiosos.
Gran poder de adicción, confusión y pérdida de conciencia destacaban entre sus
efectos adversos.
3.Benzodiacepinas.
Son los más conocidos y utilizados
en la actualidad. Producen alivio de la tensión cognitiva, y cierto nivel de
sedación dependiendo de la dosis utilizada. Se utilizan también como
anticonvulsionante. Algunos de los más conocidos y por ende consumidos, son el
clorazepato, el lorazepam, el diacepam (Valium), el bromazepam (Lexatim) y el
alprazolam.
4.Buspirona.
Con una acción y un planteamiento
diferente a los anteriores, la buspirona, es uno de los pocos fármacos
prescrito para la ansiedad que no actúa sobre el neurotransmisor GABA, sino que
lo hace sobre la serotonina. Como ventaja, no produce los efectos secundarios
relacionados con los anteriores, tales como interacción con sustancias
depresoras, adicción o sedación. Por el contrario, su acción tarda semanas en
ser efectiva, por lo que no es adecuado para crisis de ansiedad o estados
agudos.
5.Antihistamínicos.
En realidad, no presentan ningún
efecto terapéutico relacionado directamente con los procesos derivados de la
ansiedad, pero debido a la sedación que producen, en alguna ocasión han sido
empleados para casos de ansiedad.
6.Bloqueantes beta-adrenérgicos.
Utilizados de forma ocasional,
como tratamiento suplementario, debido a que parecen ser efectivos en reducir o
disminuir los síntomas somáticos relacionados con la ansiedad.
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